Empieza la cuenta atrás, los días han ido pasando rápidamente y se acerca la hora de volver a casa. Sentimientos divididos, ganas de ver a la familia y sobre todo a mi madre, pero por otra parte una tristeza enorme por dejar aquí a estos niños a los que tanto cariño he cogido…
Me acerque a la embajada Española y me recibió muy amablemente la segunda cónsul, ofreciéndome ponerme en contacto con otra pequeña ONG Española y ayudarme en lo que este en su mano. También aprovecho estos últimos días para visitar un mercado, donde compro varios presentes para la familia y amigos y experimento la negociación que es necesaria llevar aquí para adquirir diferentes artículos, algunos por los que me pedían pagar hasta seis veces su precio! (he de reconocer que me ayudo mi madre ghanesa).
También por mi cuenta y riesgo regreso a Bukom, pues me ha marcado tanto que no podía regresar sin tomar unas instantáneas. Se me acerca un señor que me ve con la cámara y me pide dinero, aprovecho para que me acompañe por la comunidad para que no resulte tan violenta mi presencia tomando fotos e incluso consigo que me lleve a conocer uno de los gimnasios donde entrenan boxeo, deporte reconocido en la zona por ser vivero de grandes campeones en la disciplina… los niños en lugar de ir a la escuela, comienzan a entrenar boxeo o futbol como sus estrellas locales con el sueños de triunfar algún día y vivir como ellos.
La despedida resulta muy dura, ya el día antes se me caen unas lagrimas a última hora. Esa noche acudo con Ken, el entrenador de fútbol, a ver el derbi Barsa-Madrid y me quedo asombrado por la cantidad de gente y el ambiente que se vive alrededor de una televisión en un pequeño bar… el futbol es Internacional!!!. El ultimo día es el más difícil, me siento rodeado de mis niñas y nos ponemos a llorar todos juntos sin poder remediarlo, me despido también de los niños y les reunimos a todos para poder dedicarles unas palabras de agradecimiento, que entre lagrimas finalmente consigo pronunciar y a continuación se suben todos a la furgoneta y me acompañan hasta mi casa…. Sin Palabras!
También memorable fue la despedida que me organizo mi familia ghanesa en casa, abriendo una botella de vino para brindar todos y rezando juntos para que tuviese un buen viaje de vuelta… fue especial la despedida de la madre que me cuido como a un hijo y con la que me fundí en un cariñoso abrazo en el aeropuerto.
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